La emergencia por el deslizamiento en la vereda Granizal, en Bello, Antioquia, ha dejado una escena desoladora: 22 personas muertas, ocho desaparecidas y más de 50 viviendas sepultadas bajo toneladas de tierra. Mientras más de 300 rescatistas siguen trabajando contra el reloj, el drama humano sigue creciendo, con más de 1.000 evacuados y la amenaza latente de nuevas lluvias que podrían generar otro derrumbe.
En medio del caos, la visita del expresidente Álvaro Uribe agitó aún más los ánimos. Aunque llegó en tono solidario, fue encarado por una mujer visiblemente afectada que no se guardó nada: “Aquí tenemos muchos muertos, no queremos políticos, queremos que nos respondan por nuestra gente”. Las palabras quedaron grabadas y se viralizaron de inmediato, abriendo un intenso debate nacional sobre oportunismo político en medio del dolor.
El hecho provocó una avalancha de comentarios en redes sociales. Mientras algunos usuarios aplaudieron la valentía de la mujer, otros defendieron la presencia de Uribe como un gesto de humanidad. Lo cierto es que el reclamo resonó más que cualquier discurso oficial, revelando la tensión social que se vive en zonas golpeadas por la tragedia y la desconfianza hacia la clase política.
Las autoridades locales y el Gobierno departamental continúan enfocados en atender la emergencia. La tragedia en Bello no solo destapó la fragilidad de su geografía, sino también el hartazgo de una población que, entre escombros y lodo, exige respuestas reales, no visitas simbólicas. La montaña sigue temblando, y también la paciencia de su gente.