Niña de 14 añitos se encerró en su cuarto y sus padres no alcanzaron a entender por qué se quitó la vida

La muerte de Margaret Rodríguez, una adolescente de 14 años que vivía en el barrio Chimila de Santa Marta, ha dejado una herida profunda en su comunidad. Estudiaba en la Normal de Señoritas, donde era recordada por su alegría, sus dibujos y una sonrisa que iluminaba los pasillos. El pasado viernes, tras una discusión familiar, Margaret se encerró en su cuarto y tomó la decisión de quitarse la vida. Su partida ha generado una ola de conmoción, tristeza e impotencia entre vecinos, docentes y autoridades.

Este caso no es aislado. Según el Instituto Nacional de Salud, Santa Marta ha registrado 89 intentos de suicidio en lo que va del 2025, siendo las adolescentes entre 10 y 24 años el grupo más afectado. Las cifras revelan una tendencia alarmante que exige respuestas urgentes: las presiones familiares, escolares y sociales están afectando gravemente la salud mental de los jóvenes, y los espacios seguros para hablar siguen siendo insuficientes.

En el colegio, sus compañeras aún no comprenden cómo una niña con tantos sueños pudo cargar con un dolor tan profundo sin que nadie lo notara. En casa, sus padres se preguntan qué señales se les escaparon. Margaret no dejó una carta, solo un silencio que ahora retumba en su habitación intacta, convertida en símbolo de lo que nunca debió pasar.

La tragedia de Margaret debe ser un punto de quiebre. No basta con lamentar su ausencia: es urgente fortalecer las campañas de prevención, capacitar a docentes y padres para identificar señales de alerta, y garantizar atención psicosocial oportuna. Porque detrás de cada sonrisa adolescente puede esconderse una batalla silenciosa que merece ser escuchada antes de que sea demasiado tarde.