El resultado de la ‘maracachafa’

En medio de su pasada campaña presidencial, Gustavo Petro lanzó una de las frases más recordadas de su discurso político: “En mi gobierno es para hacer la paz, punto. Si no hicimos la paz, que me tumben. Es más, yo mismo renuncio porque no sirvo”. Esa promesa quedó marcada como la base de su propuesta de “paz total”, con la que buscaba poner fin a décadas de conflicto en Colombia.

Hoy, tres años después de aquella declaración, la realidad del país duda mucho de lo prometido. Los índices de violencia en varias regiones se han recrudecido, los atentados contra la Fuerza Pública y la población civil siguen en aumento y las negociaciones con distintos grupos armados han tenido más tropiezos que avances. Mientras tanto, la expectativa de la ciudadanía frente a un verdadero acuerdo de paz integral se mantiene en incertidumbre.

El contraste entre lo que Petro prometió y lo que ocurre actualmente ha generado un intenso debate público. Sectores de oposición aseguran que el mandatario no cumplió con su palabra, mientras que sus defensores argumentan que el camino hacia la paz es complejo y requiere tiempo. Lo cierto es que aquella frase de campaña vuelve a cobrar fuerza en medio de un panorama marcado por la inseguridad y la frustración de miles de colombianos que esperaban un futuro distinto.