En medio de crecientes tensiones entre Venezuela y Estados Unidos, Nicolás Maduro lanzó una bomba diplomática: acusó a los expresidentes colombianos Álvaro Uribe e Iván Duque de ser los “herederos del imperio de Pablo Escobar” y de orquestar el narcotráfico que llega a Norteamérica. Las declaraciones reavivan el debate sobre el vínculo entre política y crimen organizado en la región.
Durante una alocución presidencial el 4 de septiembre de 2025, Maduro respondió a la advertencia de Donald Trump sobre derribar aviones venezolanos en el Caribe. En lugar de moderar el tono, el mandatario venezolano redobló la apuesta: acusó a Colombia de ser el epicentro del narcotráfico y señaló directamente a Uribe y Duque como “los cachorros herederos de Pablo Escobar Gaviria”.
Maduro afirmó que solo el 5 % de la droga que llega a EE. UU. proviene de Venezuela, mientras que el resto “sale de Colombia, producida por los aliados de Estados Unidos: Uribe y Duque”. En su programa televisivo Con Maduro+, los calificó como “delfines del capo” y aseguró que existen documentos clasificados en EE. UU. que prueban sus vínculos con el Cartel de Medellín.
Maduro busca desviar la atención de las acusaciones internacionales contra su régimen por narcotráfico y violaciones a los derechos humanos. Al señalar a Colombia como el verdadero narcoestado, intenta reposicionar a Venezuela como víctima de agresiones externas y justificar su permanencia en el poder tras elecciones consideradas fraudulentas.