El Boeing 787 Dreamliner, considerado uno de los aviones más seguros y avanzados del mundo, sufrió su primer accidente fatal desde que entró en operación en 2011. El vuelo AI171 de Air India, con destino a Londres, cayó solo cinco minutos después del despegue desde Ahmedabad, India, llevándose consigo la vida de 242 personas. Testigos del siniestro vieron cómo la aeronave nunca logró retractar su tren de aterrizaje, lo que ha desatado una ola de especulaciones sobre una posible falla hidráulica tras un fallo de motor.
El impacto no solo deja una herida imborrable en la aviación india, sino que sacude a Boeing, que ya lidiaba con la crisis del modelo 737 MAX. La empresa, que ha fabricado más de 1.175 unidades del 787 sin incidentes catastróficos, ahora enfrenta una investigación exhaustiva junto con la Dirección General de Aviación Civil de India. Mientras se esperan las grabaciones de la caja negra, expertos apuntan a una súbita pérdida de presión hidráulica como posible causa del fallo que dejó al avión indefenso en el aire.
Las acciones de Boeing cayeron más de 6,5 % tras conocerse el accidente, reflejando el nerviosismo del mercado ante el colapso de un modelo que hasta ahora se mantenía invicto en seguridad. Air India ha confirmado que la aeronave, entregada en 2014, había recibido mantenimiento reciente, lo que añade más preguntas a la tragedia. ¿Fue una falla mecánica, humana o una combinación fatal de ambas? La caja negra podría revelar la verdad tras el desastre.
Este accidente marca un antes y un después para el Dreamliner, símbolo de tecnología y eficiencia en la aviación global. La tragedia en Ahmedabad abre interrogantes sobre la fiabilidad del modelo y deja a Boeing en el ojo del huracán. La confianza en el gigante aeronáutico vuelve a tambalearse, y la industria aguarda con atención los hallazgos de la investigación.