La comunidad de Villa Vásquez, en Montecristi, sigue conmocionada por el fallecimiento de Yulianni Naomi Llano Hernández, una adolescente de 15 años de nacionalidad dominico-puertorriqueña, hallada sin vida en su residencia del sector Las Flores. Según su abuela, Felicia Novo, la joven atravesaba un cuadro depresivo, posiblemente vinculado a las restricciones para salir de casa y al aislamiento emocional que vivía.
Aunque las autoridades aún investigan las causas del fallecimiento, el caso ha encendido las alarmas sobre una realidad que muchos padres enfrentan en silencio: la velocidad con la que avanza la vida digital de sus hijos, y la falta de herramientas para acompañarlos emocionalmente. En tiempos donde los adolescentes se forman más en redes que en casa, el vínculo familiar se ve debilitado por la brecha tecnológica, el estrés económico y la falta de espacios seguros para hablar de lo que realmente sienten.
Yulianni, descrita por sus vecinos como una joven tranquila y reservada, representa a miles de adolescentes que viven entre pantallas, silencios y presiones invisibles. El auge de las redes sociales ha acelerado los ritmos de comparación, validación y ansiedad, mientras muchos padres aún no saben cómo intervenir sin invadir. La falta de acceso a servicios psicológicos, especialmente en zonas vulnerables, agrava el problema.
Este caso no solo debe doler, sino despertar. Porque detrás de cada adolescente que se encierra en su cuarto, hay preguntas sin responder, emociones sin procesar y una necesidad urgente de escucha. Yulianni Naomi no solo era una cifra más: era una voz que se apagó en medio de una sociedad que aún no sabe cómo cuidar a sus jóvenes en la era digital.