María Guerra, una madre hispana que llegó a San Francisco buscando una vida mejor, lleva cuatro meses viviendo en un carro prestado con sus hijos de 7 y 9 años. Aunque hay más de 400 personas alojadas en casas rodantes en la ciudad, María ni siquiera tiene acceso a una de estas. Como no está en un albergue ni en una unidad móvil oficial, no figura en la lista de espera para recibir una vivienda digna.
«En las noches me dejan quedarme en el carro, y en la mañana me toca manejar para buscar dónde asearme», contó María, quien solo pide una oportunidad para salir adelante. Las autoridades locales dicen que existen programas de emergencia y cuartos de hotel disponibles, pero el sistema de registro no está funcionando como debería, según organizaciones que apoyan a los desamparados.
Mientras el alcalde Daniel Lurie promete más albergues y viviendas asequibles, familias como la de María viven el día a día con la esperanza de una solución. A pesar de las dificultades, sus hijos siguen asistiendo a la escuela gracias a un programa del distrito educativo. «No quiero lujos, solo un techo para mis hijos», dice María con la esperanza intacta.