El presidente Donald Trump y su entorno han intensificado su enfrentamiento con Elon Musk, quien recientemente ha criticado al mandatario. Steve Bannon, estratega de Trump, ha pedido la deportación de Musk, alegando que es un «extranjero ilegal» y que se debe investigar su presunto consumo de drogas. Sus declaraciones han avivado el conflicto entre el empresario y la esfera republicana, en medio de un tenso panorama político en Estados Unidos.
Sin embargo, la posibilidad de que Musk sea deportado parece remota. El magnate sudafricano llegó al país en 1995 con una visa de estudiante F-1, pero tras abandonar sus estudios en Stanford, regularizó su estatus con una visa EB-5, destinada a inversionistas que generan empleo. En 2002, obtuvo la ciudadanía estadounidense, lo que le otorga derechos plenos como ciudadano.
A pesar de las acusaciones de Bannon, el estatus migratorio de Musk está legalmente consolidado. No hay evidencia pública que sugiera que el gobierno de EE.UU. esté considerando su deportación. Incluso el expresidente Joe Biden mencionó en 2024 que Musk es un ejemplo del impacto de la inmigración en el país, lo que contrasta con los ataques recientes de Trump y sus aliados.
Este episodio refleja la creciente tensión política entre las élites empresariales y los líderes conservadores, y deja en evidencia el uso de la inmigración como herramienta en los discursos políticos, particularmente en el contexto de las elecciones presidenciales.