La protección de Maduro en los días más difíciles de su vida. ¿Tú qué opinas?

Mientras Estados Unidos despliega buques de guerra en el Caribe y refuerza su presión para capturar al presidente Nicolás Maduro como presunto jefe del Cartel de los Soles, el mandatario venezolano aparece en sus discursos con una cuerdita rosada atada a la mano derecha. La llama su “protección espiritual”, y la exhibe junto a un anillo de oro con diamante verde que, según él, le fue enviado por un jefe de Estado en 2014 como amuleto de la suerte.

En medio de la tensión geopolítica, la cuerdita se ha convertido en símbolo de resistencia, pero también de aislamiento. Maduro invoca a Dios, al pueblo y a Chávez, mientras ordena alistamientos masivos en las Milicias Bolivarianas y convoca cumbres sin fecha con sus aliados. Sin embargo, ni China, ni Rusia, ni Irán han emitido comunicados contundentes, y dentro del chavismo crecen las quejas por la falta de respaldo internacional.

La cuerda rosada parece ser más que un accesorio: es el reflejo de un líder que se aferra a lo místico ante el cerco militar más serio en años. Con una recompensa de 50 millones de dólares por su captura, Maduro ha sido declarado jefe de una organización criminal que, según EE. UU., inunda su territorio de cocaína con ayuda de las FARC, el ELN y el Clan del Golfo. En Venezuela, mientras ministros juran lealtad en videos y empleados públicos se inscriben en milicias por miedo a perder sus empleos, el “pueblo” que no tiene rifle ya lo rechazó en las urnas en julio de 2024.