En medio del desastre que dejaron las inundaciones en Texas, una imagen estremecedora ha conmovido al país: los cuerpos de Blair y Brooke Harber, de 13 y 11 años, fueron hallados sin vida, aún tomadas de la mano. Las hermanitas desaparecieron la madrugada del sábado mientras se encontraban en casa de unos vecinos en Hunt, junto a sus abuelos, Mike y Charlene Harber, quienes aún permanecen desaparecidos. La fuerza del agua arrasó con la vivienda y arrastró a las niñas más de 24 kilómetros, hasta Kerrville, donde fueron encontradas por rescatistas el domingo 6 de julio.
La tragedia ocurrió mientras sus padres dormían en su hogar cercano. Al despertar, intentaron llegar hasta ellas, pero la corriente impidió el rescate. El padre de las menores incluso se lanzó en un kayak para alcanzarlas, sin éxito. “Fue todo tan rápido… no hubo tiempo de nada”, relató Jennifer Harber, tía de las niñas, al Houston Chronicle. La familia ha hecho un llamado urgente para localizar a los abuelos, de quienes no se tiene rastro desde la madrugada del desastre.
Blair y Brooke eran estudiantes destacadas de la Escuela Católica Santa Rita, donde se les recuerda por su alegría, amor por el teatro y el deporte, y su espíritu servicial. “Tenían un corazón bondadoso”, expresó la institución en un comunicado. En medio del dolor, un pequeño milagro trajo algo de consuelo: el labrador de la familia logró escapar por una ventana y fue encontrado con vida al otro lado de la carretera inundada.
Las autoridades continúan con las labores de búsqueda y rescate, mientras la cifra de víctimas mortales asciende a casi 90 personas, incluyendo 27 menores y guías de un campamento de verano. La historia de Blair y Brooke se ha convertido en símbolo del dolor que dejan estas tragedias naturales, pero también de la fuerza del amor fraternal que ni la muerte pudo separar.