Elder José Arteaga Hernández, conocido como “El Costeño”, es señalado como el presunto autor intelectual del atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá. Sin embargo, antes de ser vinculado a este ataque, su vida transcurría entre actividades aparentemente comunes y una fachada de normalidad que contrastaba con su perfil criminal. Originario del barrio El Muelle, en Bogotá, “El Costeño” se había reinventado como empresario local, abriendo barberías y apoyando proyectos culturales, como un emprendimiento musical llamado “El Padrino”, que lo mostraba como un mecenas de la escena electrónica.
Su llegada a Bogotá en diciembre de 2024 marcó un punto de inflexión. Tras cumplir una condena en la Costa Caribe, Arteaga Hernández regresó con la promesa a sus familiares de integrarse a una iglesia cristiana, buscando un cambio de vida. Sin embargo, fuentes cercanas revelan que, pese a mantener lazos familiares sólidos, su entorno también conocía sus movimientos y su vinculación con actividades ilícitas. Antes de establecerse en la capital, residió en Soacha, donde pasó el año nuevo, y luego en Cali, lo que evidencia una vida itinerante y llena de estrategias para evadir la justicia.
La investigación de las autoridades ha revelado que “El Costeño” habría conectado con una oficina sicarial en Bogotá, contratada desde el departamento de Caquetá para ejecutar el atentado contra Uribe Turbay. La complejidad del caso radica en la articulación de varios actores distribuidos en distintas regiones del país, lo que dificulta esclarecer la cadena de mando y los móviles detrás del ataque. Las autoridades esperan que la colaboración de Arteaga Hernández, capturado el 5 de julio en Engativá gracias a denuncias ciudadanas, aporte información clave para desmantelar esta red criminal.
La captura de “El Costeño” fue resultado de un trabajo minucioso que incluyó el análisis de más de 3.200 imágenes y el seguimiento a sus movimientos, a pesar de sus intentos por ocultarse mediante constantes cambios de residencia. Según el general Carlos Fernando Triana, director de la Policía Nacional, el detenido estaba plenamente consciente de la investigación en su contra y trató de evadir a las autoridades, pero finalmente fue detenido gracias a la colaboración de la comunidad y el esfuerzo policial.