Leandro, conocido por los tatuajes que marcaban gran parte de su cuerpo y rostro, tomó la decisión de iniciar un cambio radical en su vida. Desde hace meses se somete a sesiones con láser para borrar esas marcas, un proceso doloroso y prolongado del que ya completa cinco jornadas. Su transformación no es solo física, sino también un camino de reconciliación personal.
En entrevistas y a través de sus redes sociales, ha contado que este paso no responde a una vanidad estética, sino a un arrepentimiento profundo y a la búsqueda de coherencia con su fe. “No se trata de Leandro, se trata de Jesús. Ahora vivo para mostrar que hay esperanza y un nuevo comienzo”, expresó, dejando claro que lo mueve la convicción espiritual y el deseo de recuperar dignidad.
Actualmente, Leandro trabaja como vendedor, dedica tiempo al cuidado de su hijo y de su madre, y comparte en internet cómo avanza en este proceso de cambio. Su historia se ha convertido en testimonio para muchos, al mostrar que siempre es posible empezar de nuevo. “Hoy evangelizo y prefiero llevar el pan de la Palabra de Dios, que cura, libera y transforma”, concluyó.