Muchos lo recuerdan como el niño de camiseta amarilla que jugaba fútbol en la playa y luego se refrescaba con un Frutiño en un comercial que marcó a toda una generación en 2007. Hoy, ese pequeño es nada menos que Martín Vargas, baterista de la banda bogotana Morat, que ha conquistado escenarios en América Latina, Europa y Estados Unidos con su mezcla de pop, folk y rock.
Antes de hacer parte de la agrupación, Martín fue uno de los rostros más visibles de la publicidad infantil colombiana, con campañas para marcas como Bon Yurt y Bubbaloo. Tras completar sus estudios en Diseño Gráfico en la Universidad de los Andes, y luego de la salida del baterista original de Morat en 2016, asumió el puesto de forma oficial, aportando no solo su talento musical sino también su visión creativa como cofundador de General Studios, una firma de diseño visual.
Desde entonces, ha participado en los álbumes más importantes del grupo, como Sobre el amor y sus efectos secundarios y Balas perdidas, hasta llegar al más reciente, Ya es mañana. El disco, según la banda, es una reflexión emocional sobre el paso del tiempo y la nostalgia que conecta con quienes los han acompañado desde el principio.
Con una historia que mezcla la ternura de la televisión noventera con el éxito actual de la música colombiana, Martín Vargas demuestra que crecer frente a las cámaras no es impedimento para brillar desde la tarima. De Frutiño a festivales internacionales: el tiempo vuela, pero los recuerdos se quedan.