Durante su visita a la Feria del Futuro en Osaka, Japón, el presidente Gustavo Petro publicó en su cuenta de X un balance que pretendía mostrar el éxito del stand colombiano. Sin embargo, las cifras compartidas como la supuesta entrada de 1.300.000 millones de personas y la venta de 10 millones de toneladas de lechona desataron una ola de críticas, burlas y cuestionamientos sobre la veracidad de los datos. En un país con apenas 123 millones de habitantes, los números no solo resultan imposibles, sino que dejan en evidencia una preocupante desconexión entre el discurso presidencial y la realidad logística.
Petro aseguró que se vendieron 700 tipos de productos colombianos, entre ellos aguacates por 11 millones de dólares y que la lechona fue el plato más exitoso, superando incluso a la hamburguesa y el perro caliente. Pero expertos en producción cárnica señalan que para alcanzar los 10 millones de toneladas mencionadas se necesitarían más de 30 millones de cerdos y una infraestructura industrial que Colombia no posee ni en su totalidad anual. La cifra equivale a más de 13 veces la producción anual de carne bovina del país.
Además del desliz numérico, Petro aprovechó su publicación para criticar a Anato y Fontur, acusándolos de bloquear la venta de túnicas wayuu en la feria. “Quise vender masivamente túnicas wayuu y los señores de Anato y Fontur se opusieron”, escribió, insinuando que estas entidades priorizan intereses políticos sobre la promoción cultural. Las declaraciones, lejos de fortalecer la imagen de Colombia en el exterior, han generado dudas sobre el manejo institucional del evento y el uso de recursos públicos en representación internacional.
Lo que debía ser una vitrina de orgullo nacional terminó convertido en un episodio de realismo mágico mal contado. Las cifras infladas no solo afectan la credibilidad del mandatario, sino que exponen a Colombia al escarnio global. En tiempos donde la diplomacia exige precisión y transparencia, este “lechonazo” presidencial deja un sabor amargo y una pregunta abierta: ¿quién está cocinando los datos en la Casa de Nariño?.