En sus últimas apariciones públicas, el presidente Gustavo Petro ha despertado preocupación por su estado de salud. Durante alocuciones recientes y visitas internacionales, se le ha visto con semblante demacrado, voz entrecortada y una tos persistente que incluso lo obligó a disculparse en plena transmisión nacional. Aunque el mandatario atribuye su deterioro físico a tres años sin vacaciones, en redes sociales se multiplican las teorías: desde agotamiento extremo hasta insinuaciones sobre consumo de sustancias.
El propio ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, confirmó que Petro canceló eventos por “estrés y quebrantos de salud” y que su médico personal le recomendó exámenes médicos. Además, el presidente confesó que su oído medio se ha visto afectado por los constantes viajes en avión, lo que impacta su equilibrio y concentración. A pesar de estas señales, la Casa de Nariño no ha emitido un parte médico oficial, lo que alimenta la incertidumbre y el debate sobre la transparencia en torno a la salud presidencial.
Mientras tanto, internautas y analistas piden claridad. Algunos sugieren que Petro debería someterse a un examen toxicológico o psiquiátrico, no solo por su imagen física, sino por el tono errático de sus intervenciones. En un país donde la salud del jefe de Estado es asunto de interés nacional, el silencio oficial solo agrava las dudas. ¿Está Petro en condiciones de seguir gobernando sin descanso?.