La relación entre el presidente Gustavo Petro y la senadora Martha Peralta parece haber cambiado drásticamente. Aunque en el pasado el mandatario defendió a la congresista ante las críticas, recientes movimientos políticos sugieren que el respaldo se ha desvanecido.
Cuando las críticas por corrupción empezaron a rodear a Martha Peralta, Gustavo Petro la defendió con fuerza. Pero ahora, cuando el escándalo de la UNGRD la salpica, el presidente ha optado por el silencio.
Peralta, quien antes gozaba del respaldo del mandatario, enfrenta acusaciones por presuntas irregularidades en contratos de maquinaria amarilla en La Guajira. Mientras tanto, Petro, que antes la protegía de los ataques, parece haber cambiado de estrategia: ni una palabra, ni un gesto de apoyo.
El distanciamiento es evidente. Peralta ha denunciado amenazas y un intento de intrusión en su vivienda, pero el gobierno no ha movido un dedo. ¿Será que Petro ya la considera un lastre? Lo cierto es que, cuando la tormenta arrecia, algunos prefieren soltar el peso antes de hundirse.
Mientras el presidente busca consolidar su proyecto político, la senadora enfrenta una crisis que podría definir su permanencia en el movimiento. La pregunta que queda en el aire es si este distanciamiento es temporal o el inicio de una ruptura definitiva.