La designación de Pastor Alfredo Saade como nuevo embajador de Colombia en Brasil ha desatado una tormenta política y mediática. El nombramiento, anunciado por el presidente Gustavo Petro, generó rechazo inmediato por parte de la representante a la Cámara Lina María Garrido, quien no dudó en expresar su desacuerdo en redes sociales: “De antemano ofrezco disculpas al hermano pueblo de Brasil”, escribió, en un mensaje que rápidamente se viralizó.
Saade, pastor evangélico y exjefe de despacho de Petro, enfrenta cuestionamientos por su falta de experiencia diplomática y por estar involucrado en un proceso disciplinario ante la Procuraduría por el escándalo de los pasaportes. Su salida de la Casa de Nariño, tras apenas dos meses en el cargo, fue interpretada por varios sectores como una estrategia para alejarlo del foco judicial sin romper el vínculo político con el mandatario.
Garrido, quien ya había protagonizado choques con Saade y con el propio presidente en el Congreso, volvió a arremeter con ironía: “Repita después de mí: ‘Impostorcito, perdón, pastorcito’”. La congresista de Cambio Radical ha sido una de las voces más críticas frente a lo que considera una “diplomacia improvisada” y una “repartición de cargos sin mérito”.
El nombramiento ha encendido el debate sobre el uso político del servicio exterior, la credibilidad de Colombia ante sus aliados regionales y el papel de figuras religiosas en cargos estratégicos. Mientras Saade asegura que cumplirá “con éxito rotundo” su nueva misión, la oposición insiste en que Brasil merece un embajador con trayectoria, no un “sacrificado del oscuro Gobierno de Petro”.