La designación de Juliana Guerrero como viceministra de Juventud ha destapado una novela institucional que ni Netflix se atrevería a producir. En menos de 15 días, su hoja de vida pasó de técnica a profesional, luego a “graduada sin tarjeta”, y ahora ella misma admite que no la ha solicitado porque “no va a ejercer”. ¿Entonces para qué estudió contaduría pública? ¿Y cómo se justifica un cargo de alto nivel sin acreditar experiencia ni documentación completa?
El Gobierno ha cambiado el libreto varias veces: primero dijeron que era universitaria, luego que estaba terminando, después que ya tenía el título, y ahora que no necesita tarjeta profesional porque no ejercerá. Pero según la ley, para ocupar un viceministerio se requiere título profesional y experiencia comprobada. ¿Se puede dirigir la política pública de juventudes sin haber tramitado siquiera el documento que certifica tu carrera?.
A esto se suman los polémicos viajes en helicópteros de la Policía Nacional hacia el Caribe, que Guerrero justificó como “misiones de seguridad nacional”. Sin embargo, el gasto supera los 120 millones de pesos y no hay claridad sobre los objetivos reales de esos desplazamientos.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿cuál es el criterio de Petro para nombrar funcionarios? Porque si el primer requisito para ser viceministra es “ser joven”, como dijo Guerrero en entrevista, entonces el profesionalismo quedó en segundo plano. Y si el Gobierno sigue premiando la improvisación, ¿qué más se puede esperar de un Ministerio que se llama de Igualdad pero parece de privilegios?.