Con apenas 22 años, Juliana Guerrero se ha convertido en una de las figuras más comentadas dentro del gobierno Petro. Oriunda de Valledupar y criada en Agustín Codazzi, Guerrero fue calificada por el presidente como “activa y rebelde”, comparándola con las juventudes que impulsaron su victoria electoral. Su presencia en el primer consejo de ministros televisado marcó el inicio de un ascenso meteórico que hoy la ubica en tres cargos simultáneos: jefe de Gabinete presidencial, asesora del ministro del Interior y encargada de la jefatura de despacho de la Presidencia.
Su trayectoria política no comenzó en Bogotá, sino desde la militancia estudiantil en el Cesar, donde lideró procesos juveniles junto a su hermana Verónica durante la campaña presidencial. Tras el triunfo, Guerrero fue delegada de Petro en el Consejo Superior Universitario de la Universidad Popular del Cesar, institución donde adelanta estudios de Contaduría Pública. Este liderazgo temprano cimentó su reputación como una estratega política con fuerte arraigo territorial.
Según reveló la revista Cambio, detrás del ascenso de las hermanas Guerrero habría estado el excoronel William Castellanos, jefe de seguridad de Petro en campaña, actualmente vinculado al caso del contrabando liderado por Diego Marín, alias ‘Papá Pitufo’. Estas conexiones han despertado interrogantes sobre los canales informales de poder que orbitan en el entorno presidencial, alimentando la polémica que rodea a la joven funcionaria.
Mientras su nombre sigue ganando protagonismo en los medios, Juliana Guerrero se consolida como un símbolo de una nueva generación que desafía protocolos y estructuras tradicionales. Su perfil, mezcla de audacia y preparación académica, plantea preguntas sobre el rol de los jóvenes en la toma de decisiones del país, así como las tensiones que surgen cuando la institucionalidad se ve rebasada por liderazgos espontáneos.