Tras varias semanas hospitalizado en la Fundación Santa Fe de Bogotá, el senador Miguel Uribe Turbay muestra signos alentadores en su recuperación luego del atentado que sufrió el pasado 7 de junio en el barrio Modelia. El último parte médico oficial, emitido el 24 de junio, lo ubicaba en estado grave, con pronóstico neurológico reservado y bajo manejo intensivo con traqueotomía, gastrostomía y control de presión intracraneal. Sin embargo, dos intervenciones quirúrgicas recientes una de ellas de siete horas han sido calificadas como exitosas por su esposa, María Claudia Tarazona, y el neurocirujano Fernando Hakim, quien lidera el tratamiento.
Mientras el país sigue atento a su evolución médica, el impacto político del atentado ya se refleja en las encuestas. Según la más reciente medición de Guarumo y EcoAnalítica, Uribe Turbay lidera la intención de voto para las presidenciales de 2026 con un 13,7 %, superando a figuras como Vicky Dávila y Gustavo Bolívar. El repunte coincide con la ola de solidaridad nacional tras el ataque, que ha reactivado el fantasma de la violencia política y convertido al senador en símbolo de resistencia democrática. Su trayectoria como opositor al gobierno Petro y su perfil técnico lo posicionan como una figura de peso en el Centro Democrático, donde ya había anunciado su precandidatura en octubre de 2024.
Aunque su estado de salud sigue siendo delicado y el pronóstico neurológico permanece reservado, el equipo médico ha iniciado protocolos de neurorrehabilitación y mantiene una vigilancia estricta. Si logra consolidar su recuperación, el regreso de Miguel Uribe a la contienda presidencial no solo sería posible, sino que podría redefinir el tono de la campaña: de víctima a candidato, su narrativa se entrelaza con la promesa de seguridad, institucionalidad y resiliencia.