Durante años, Abelardo de la Espriella fue una figura pública conocida por su estilo confrontativo, su discurso racionalista y su abierta postura atea. En una entrevista, llegó a declarar que “Dios es como el comunismo, hermoso en teoría pero inoperante en la práctica”. Sin embargo, hoy, en medio de su aspiración presidencial, el abogado ha sorprendido con un giro espiritual que ha generado debate en redes y círculos políticos.
El pasado fin de semana, De la Espriella compartió un video rodeado de pastores y líderes religiosos, orando y agradeciendo su respaldo. En su mensaje en X, escribió: “Esto es una guerra espiritual también. Por eso agradezco al grupo de pastores y líderes religiosos que me respaldan”. El gesto, cargado de simbolismo, marca un cambio profundo en su narrativa pública: ya no habla desde la lógica jurídica, sino desde la convicción espiritual.
Según ha relatado en entrevistas recientes, su acercamiento a la fe comenzó tras la muerte de su tía Beatriz, una mujer devota que oraba por él constantemente. Fue en medio de ese duelo que Abelardo sintió una paz inexplicable, lo que lo llevó a leer la Biblia y encontrar en sus páginas una guía que hoy define su visión de país. “La verdadera sabiduría viene de Dios”, ha dicho, dejando atrás el escepticismo que lo caracterizaba.
Este giro ha despertado tanto apoyo como suspicacia. ¿Es una transformación genuina o una estrategia política? Lo cierto es que su discurso ahora se entrelaza con referencias religiosas, apelando a valores como la familia, la justicia divina y la lucha contra el mal. En tiempos de polarización, su historia plantea una pregunta incómoda pero necesaria: ¿puede la fe convertirse en motor de liderazgo político?