Lo que parecía una visita común a una tienda de tecnología en Bogotá terminó siendo un susto de los grandes para Laura Torres. Mientras andaba por Unilago decidió aprovechar para ponerle un protector de pantalla a su celular. Lo que no imaginó fue que ese «favorcito» casi le cuesta la plata de su cuenta bancaria. Durante el procedimiento, le pidieron dejar el celular en una sala aparte, fuera de su vista, y ahí comenzó el problema.
Horas después, empezó a notar movimientos raros en sus apps bancarias: compras que no hizo, notificaciones sospechosas y hasta suscripciones en plataformas digitales. Aunque alcanzó a bloquear tarjetas y cambiar contraseñas, cometió el error de repetir claves anteriores. Al parecer, los que manipularon su celular aprovecharon para configurar accesos ocultos y así seguir entrando a su información desde otras ciudades.