Un reciente estudio ha arrojado luz sobre una curiosa correlación: tener una caligrafía poco legible podría estar relacionado con una mayor inteligencia y agilidad mental.
Según los investigadores, las personas con mala letra procesan información más rápido de lo que sus manos pueden escribir, lo que resulta en trazos desordenados.
Este desfase entre pensamiento y escritura lleva a que se priorice el contenido sobre la estética de la caligrafía. A pesar de su escritura desordenada, las personas con letra fea suelen cometer menos errores ortográficos y poseen un pensamiento estructurado, según el estudio.
Esto sugiere que una caligrafía poco estética no es sinónimo de desorganización, sino de una mayor velocidad cognitiva.
Los hallazgos del estudio invitan a reconsiderar la percepción tradicional de que la calidad de la escritura refleja directamente la inteligencia. En cambio, refuerzan la idea de que un pensamiento rápido y profundo puede manifestarse en una escritura más caótica.
Este descubrimiento ha generado un debate interesante en la comunidad científica y entre el público en general, ya que pone en entredicho algunas creencias establecidas sobre la relación entre la escritura y la inteligencia.