Nunca había entendido la inmensidad del problema o daño generado por las drogas al interior de la familia, al contrario cuando sucedía algo a personas que estaban dominadas por estas, justificaba diciendo, ¡ESO LES PASO POR VICIOSOS! Hoy vivo de cerca el dolor, la desesperanza, tristeza e impotencia por la pérdida de un ser querido y mi perspectiva ha cambiado por completo.
¿Quién seria, quien lo mató? ” Es la pregunta del millón” respondió alguien que no imaginaba la cercanía que se tenía con el fallecido, pero que a la vez era la pregunta que pasaba por mi cabeza, y después de unos cortos minutos de recordar la sonrisa de niño, la rapidez y reflejos con los que corría, la dulzura que generaba, entonces me respondí… ¡lo mató la droga!
Esa persona que lo indujo desde muy niño a consumir, es tan o más responsable que aquellos que silenciaron su voz, apagando su vida con el sonar de unos disparos de arma de fuego. Hoy me da dolor pensar que quizás algunos dirán, fue un chirrete, un vicioso o un delincuente menos, cuantas veces quizás expresé lo mismo y hoy el dolor en el corazón me pone a pensar en todas las familias que sufrieron tratando de ayudar a sus familiares para que fueran personas útiles a la “sociedad”, esa sociedad que no perdona, esa misma en la que participé , denigrando de las personas que sufrían atentados o malos tratos, persona que estaban enfermas, hoy entiendo eso, que son personas enfermas, que la adicción los tiene presos y controla sus pensamientos, sus deseos y que los empuja a hacer cosas, que en la gran mayoría de los casos, ellos mismos repugnan.
Hoy veo una madre y una hermana llorando sobre un ataúd de su hijo, recordándole con dolor las veces que le decía, no salgas, esa gente no son tus amigos, por favor ven come, acuéstate conmigo y veamos algo en la TV, con lágrimas en mis ojos solo puedo decirle, por favor hermana fuerza, ERES UNA MUJER VALIENTE, ¡sí! Valiente, que lucho hasta lo último para evitar este triste desenlace, pero que al final del día, fue inevitable.
Cuando estos jóvenes mueren no hay dolientes investigativos, normalmente queda en la impunidad, nadie reclama y la razón es sencilla, es peligroso averiguar si las investigaciones arrojan algún resultado, pero bueno, eso es casi que una cultura judicial en Colombia.
Hoy soy consiente a la fuerza, que la adicción a las drogas es una enfermedad, comprendo a los gobiernos de otros países la lucha incansable para querer frenar ese flagelo, el esfuerzo de los gobiernos de Colombia por combatirla, aunque en tema de salud pública estamos lejos de tener claro el manejo que debe dárseles, dejando a la merced millones de jóvenes que necesitan apoyo, acompañamiento estatal, respeto como seres humanos y en especial oportunidades, alguien por ahí me comentó que una de las terapias más influyente para tratar estos temas hacen parte de programas que son de orden nacional, departamental y municipal, pero que brillan por la ausencia para estas personas, no estigmatizadas, sino satanizadas por la “sociedad”, y no se trata de darles más oportunidad que a los jóvenes que han tenido la bendición de no caer en las drogas, simplemente darles la oportunidad, estamos hablando del deporte, música, arte. ¡Increíble! Lo que menos presupuesto tiene.
Emmanuel (Dios con nosotros, nombre bíblico Mt 1, 1-28), ese fue el nombre escogido por sus padres, creyendo que sería una forma de protección, este joven nacido un 19 de octubre de 1998 cayó en este flagelo desde los ocho años, algo que lo esclavizó toda la vida, si es que eso se puede llamar vida, un joven que visitó muchos establecimientos de rehabilitación los cuales no dieron el fruto esperado aunque hay que tener en cuenta que las personas que no cuentan con los recursos necesarios no podrán abrirse espacio en una “sociedad”, donde se castiga con látigos, no solo de indiferencia, sino que aíslan escondiendo sus demonios pero mostrando con mayúscula los demonios de los demás, ¡ahora está muerto!!! Solo sus seres queridos lo recordarán hasta que el tiempo haga su trabajo y lo lleve al olvido, donde el silencio ensordecedor nombra el nombre de su víctima.
Emmanuel después de caer, ¡NUNCA MAS! Compartió con su familia un cumpleaños, vacaciones, fiestas decembrinas, etc. Su mayor tiempo lo pasó desde centros de rehabilitación y cárceles. Que daño tan grande hacen esas personas que de manera no solo delictiva sino irresponsable y miserable comercializan con la droga, que no les importa; edad, posición económica, etc., sé que mi muchacho será un número más y ante eso….sin palabras.
El día 22 de julio como si fuese crónicas de una muerte anunciada (novela de Gabriel García Márquez), llegaron personas a la residencia de Emmanuel y sin ningún temor tomaron fotos de la casa, preguntando a los vecinos por Emmanuel o su mamá, los vecinos le respondieron con verdad. No se encuentra, pero ¿quién los solicita? Preguntó la vecina. La respuesta fría y premonitoria no se hizo esperar, tranquila sabemos que ellos no están, pero él no sabe con quién se metió. Esa respuesta incomodó y preocupó a unos vecinos que lo conocieron cuando aún corría por el barrio sin ningún tipo de malicia y la adicción aún no lo había alcanzado. Ellos, sus vecinos acompañaron a una madre destrozada por el dolor y con el sin sabor quizás de no haber podido alertar para que de pronto por algún azar de la vida o circunstancias esto no hubiese pasado.
Ahora rogarle a Dios por nuestros hijos, sobrinos, juventud a nivel mundial, y de la familia es lo que queda, vivir el día a día, asimilando lo sucedido, revisando que hicimos para que se sintiera amado, comprendido, en familia, etc. todo lo que un niño o joven necesita sentir, cuestionarme ¿Qué otra cosa pude hacer o podría hacer? por los que aún quedan, para que ojalá nadie más tenga que decir HOY ME TOCÓ A MI