Zoila Díaz, la mujer pionera del comercio en San Antero

Zoila Díaz, la mujer pionera del comercio en San Antero

Por: Roberth Angulo

Zoila Esther Díaz Atencio, nació el día de la fiesta de las cruces, el 3 de mayo de 1940 en San Antero, hija del purísimero Ruperto Díaz Velásquez y la sananterana América Atencio Morales, tuvo siete hermanos, estudió hasta tercer grado de primaria en la escuela urbana de niñas, que dirigía una de las madres de la educación en San Antero, la maestra Génova López, a quien recuerda con mucho cariño.

Su niñez fue tranquila, jugaba y se divertía con sus amigas de infancia, su padre se dedicó tiempo completo a la agricultura, su madre tenía un “tumbacuchara” donde también brindaba el servicio de alimentos, el pelayero Porfirio Díaz quien recién había llegado al pueblo como colector de rentas, fue uno de sus comensales, después de tanto frecuentar esa vivienda, terminó conquistando el corazón de la hija de doña América, quien lo atendía cuando llegaba a cenar, este le propuso matrimonio a los 19 años de edad, el día 17 de enero de 1959 se casaron en la iglesia San José, vivieron en el barrio El Panteón.  

De esa unión matrimonial, nacieron sus dos primeros hijos, Miguel Ángel y Martha, recién parida fue nombrada docente en la escuela de Villero, donde para cumplir sus labores, le tocaba trasladarse en burro, luego de tres años de casada se separó.

En el año de 1966 conformó una nueva unión al lado del señor Isaac Martínez, con quien tuvo 3 hijos, Rosario, Rocio y José Luis, este último murió a los 6 meses de nacido. Zoila Díaz heredó la estirpe trabajadora y vocación de negociante de sus padres, con solo 23 años se iba hasta El Calao, a buscar plátano, coco y banano, luego se regresaba y en el pueblo los negociaba a 2 chivos con la señora Eduvige y Julia Padilla, también sacaba almidón y reunía hasta 5 quintales, que salían a vender a Montería y Cartagena por lanchas que salían desde Cispatá.

Después decidió montar un “tumbacuchara”, donde vendía bollos en horas de la madrugada a los recordados pescadores de Polonorte “Caracol”, “el marido de Rufina”, entre otros, quienes le tocaban la puerta para que los aprovisionará para sus faenas de pesca, también les suministraba la panela, la chicha y el manzano.

Zoila veía que le iba bien con el pequeño negocio, cada día que pasaba había más clientela, ya para esa época junto con su marido habían adquirido la casa que quedaba frente de Ketty Patrón y la casa de la esquina de la entrada a el barrio Paté e Vaca (donde hoy vive el Negro Villarroya) estando radicados en esta última vivienda, se le ocurre la brillante idea de traer mercancías desde San Blas (Panamá) para venderlas en su tienda, aprovechando las lanchas que salían desde el puerto de Cispatá a esos lugares, fue así como empezaron a traer, telas, lozas, perfumes, licuadoras, abanicos, televisores, equipos de sonido, hecho que se convirtió en toda una revolución comercial en San Antero, pues a nadie se le había ocurrido tan brillante idea y semejante negocio.

La tienda empezó a crecer, por lo que tuvo que colocarle un nombre al mejor estilo del Magali Paris, nombre que muchos recuerdan, pero estoy seguro que nunca supieron su significado, su tienda se llamó (contapevit) que significaba, “con tu ayuda padre eterno venceré y triunfare” toda la mercancía que traían desde San Blas hasta su negocio era contrabando, por esa tienda que luego se convertiría en almacén, pasaron largas filas de antioqueños, rolos, vallecaucanos, gringos y muchos extranjeros, quienes venían a comprar mercancías muy finas a bajos precios, la vajilla más costosa en esa época costaba 1.500 pesos, su forma de atender fue brillante y excepcional, su amabilidad era una constante, una mujer siempre llena de alegría, todos los clientes quedaban con ganas de volver.

El crecimiento de su negocio fue abismal, su situación económica cambió 100%, adquirió varías propiedades, vehículos, generó empleo, adquirió sus propias lanchas para trabajar, “La Elida” y “La Enriqueta” piloteadas por Juan Espitia y Felipe Bertel, se iban cargadas de azúcar, café y ñame, desde Cispata hasta San Blas (Panamá), y se regresaban llenas de mercancías, una vez llegaban a suelo sananterano los bultos eran cargados en los burros de Alfonso López desde el puerto de Cispatá hasta el victorioso y triunfante almacén contapevit, en su etapa final de negociante tuvo un restaurante que una vez un voraz incendio consumió en llamas, allí habían quedado reducida en cenizas tantos años de trabajo.

Sin embargo, las llamas, el dolor y la tristeza no la derrotaron, su espíritu de mujer valiente y emprendedora la hicieron levantarse, fue así como a pulso y sacrificio reconstruyó su negocio, que luego llamaría el rancho de Zoila, hoy en día aún lo conserva, pero lo tiene en arriendo.

Zoila Díaz Atencio, fue la mujer pionera del comercio en San Antero, hoy tiene 80 años de edad, disfruta del amor de sus hijos, nietos y bisnietos, como buena creyente y católica asiste a misa todos los domingos, esta valiente, emprendedora y decidida mujer, hoy se encuentra en uso de buen retiro del trabajo que tanto disfrutó, pero su emprendimiento es un ejemplo para las nuevas generaciones, ella demostró que con voluntad, ganas y sacrificio se puede salir adelante, pasó de tener un pequeño “tumbacuchara” a tener el almacén más exitoso y rentable de toda esta región.