Por Mailliw Córdoba
Cuando sus abuelos se sentaban a enseñar a sus padres, María Lucas y Luis Benítez, a trenzar la caña flecha, ella no podía dejar de mirarlos. Tenía apenas siete años de edad, pero la magia del arte se apoderaba de su ser.
Al pasar el tiempo le enseñaron a ella la tradición ancestral que indiscutiblemente representa cultura y la que ha servido para que Rosa Elvira Benítez Lucas genere el sustento de su familia. Su vida ha sido tejida con caña flecha.
Es una mujer de 43 años, de piel morena y manos desgastadas. Cursó hasta quinto de primaria porque en Bajo Grande, una vereda del municipio de Tuchín, no había bachillerato. Cuando teje los sombreros vueltiaos, la caña flecha se convierte en una extensión de sus manos.
Su trabajo parece sencillo, pero al principio no fue tan fácil. Su primera artesanía fue un sombrero quinceano, que hasta el sol de hoy recuerda. Nunca olvidará esos primeros días cuando se cortaba las manos.
La comercialización de los productos, elaborados con caña flecha, en municipios como San Andrés de Sotavento y Tuchín, ha sido el sustento de su casa, pues ella es una madre soltera que sacó adelante a Luis, John y Leonardo, los tres motores que han impulsado su vida. De su esposo prefiere no hablar, incluso no quiere siquiera mencionar su nombre.
Una mujer comprometida
No importa que se oculte el sol. Si tiene un compromiso, lo cumple sin resquemor alguno. Esa era la razón por la que no estaba preocupada cuando llegara don Ricardo, un ganadero del sector, quien le había encargado dos sombreros de 19 vueltas.
Esa labor representaría 200 mil pesos para su hogar y un nuevo contrato, esta vez de dos sombreros de 21 vueltas, es decir los más finos, los cuales valen mucho más.
Sus hijos en reiteradas ocasiones le piden que no trabaje más de la cuenta, pero ella sabe que esa es la única forma que ha encontrado para convertirlos en unos profesionales. A Luis, por medio del trenzado, le había pagado los estudios de Auxiliar de Enfermería en una corporación universitaria. Los demás también adelantarán estudios superiores cuando terminen el bachillerato.
Esta valiente mujer se siente orgullosa de ser artesana, adorna su casa con los artículos que ella misma elabora. Es dedicada, delicada y aguerrida. Muchas de sus amigas que trenzan salen a ciudades grandes a vender los sombreros y les va muy bien, pero a ella no le gusta desplazarse de su casa, por eso insta a sus hijos a que salgan del pueblo en busca de oportunidades.
Su familia, su hogar y su vida han estado llenos de colores, texturas, historias, heridas y alegrías. La vida de Rosa ha sido tejida con caña flecha y con sus benditas manos artesanas refleja es sus obras lo agradecida que está por recibir el don de crear.