Los cordobeses no somos corruptos

Los cordobeses no somos corruptos

Por: Victorino Gasparín.

Victorino Gasparin

El último presidente costeño fue Rafael Núñez, nació en Cartagena en 1825, gobernó desde 1880-1882 por el Partido Liberal. En su segundo mandato fundó el Partido Conservador. Promulgó una Constitución en 1886 y murió en 1894 siendo presidente. Da grima que en más de 100 años, otro costeño no haya vuelto a entronizar la silla de la Casa de Nariño, y añado esta frase que encontré por ahí donde explica la decadencia de la política actual y a la que llamare “Sometimiento” despreciar a los hombres para dominarlos; hacerse amar de las mujeres, pero nunca amarlas.”

Desde hace largo tiempo Colombia vive dentro de un paralelo, situación que se fortaleció en los últimos años con un proceso de paz arrodillado y los sucesos de corrupción más desagradables de la historia reciente. Cuando plasmo la palabra sometimiento, me refiero que todo está centralizado, nada pasa sin el visto bueno del presidente de turno, todo está calculado, los cupos indicativos se convirtieron en mermelada liquida que pasa a chorros por el catéter a la vena de los políticos, es como una droga maldita que sacia su adicción; de esta forma los presidentes cachacos enviciaron a los costeños, les dieron tanto a cambio de votos creando una sociedad política depravada.

Aquí el resultado tiene dos responsables los que se dejaron enviciar y los que propiciaron esa conducta; los presidentes del interior que han gobernado por más de 100 años corrompieron la clase política, los sometieron hasta el punto de crear una cultura sistemática de un estado decadente; los escándalos de Reficar, Dragacol, Carrusel de las pensiones, Saludcoop, Caprecom, Interbolsa, Carrusel de la contratación en Bogotá (Nule), Enerpereira,Coomeva, Agro Ingreso Seguro, Recolección de basuras en Bogotá; son los más representativos de las entrañas viciosas de los cachacos, entonces la balanza se inclina hacia el interior.

Esto no se puede ver desde la óptica regional acerca de quien roba, el flagelo de la corrupción es más grave de lo que parece, nada justifica las acciones de los implicados en los escándalos ni el desnivel de la balanza, el mal debe tener un tratamiento de desintoxicación, aplicar un “OPIACEO” que ayude a calmar la saciedad de robar los recursos del Estado. Hay que tener claro que no todos  los habitantes de la Costa son corruptos pero esa inmensa minoría que asiste a las urnas y los que no votan sí son cómplices de los viciosos políticos; Solo este miércoles, hace tres días, escuchaba estupefacto las declaraciones de un diputado Cordobés pidiendo respeto por que tenían estigmatizado su municipio, Yo hoy desde esta columna le exijo respeto para con los pobladores del departamento, no trate de confundir ni pasar de impoluto; ustedes los políticos, su clase viciosa es la que esta desprestigiada, la ciudadanía,  el de a pie, aquel habitante que se gana la vida  sudando no está en ese grupo que usted representa, su vicio señor diputado necesita un tratamiento intensivo de moral, honestidad, su mala praxis, la forma como es elegido es la que se estigmatiza, no meta en el mismo saco la gente de bien con su especie.

El cuarto poder de algunos medios capitalinos, también se enviciaron hasta el punto de no ver su propio mal, cuando se drogan con mermelada liquida se ponen al servicio del Presidente de turno y solo miran a las regiones tapando su podrida sociedad, Los Costeños merecemos respeto, no somos ladrones pero una gran parte de su clase dirigente sí esta corrompida, esa conducta delictiva viene de la especie que ha gobernado a Colombia los últimos años.  Es hora que una nueva Nación emerja exigiendo respeto, una región Caribe autónoma con una clase dirigente diferente que vele por el bienestar, la igualdad social, el respeto de lo público, una justicia que opere y que no esté politizada, los poderes de un estado deben tener independencia para generar un equilibrio.

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