La estocada perversa del Procurador a Jorge Pretelt

La estocada perversa del Procurador a Jorge Pretelt

roberth-angulo-e1471881931936-150x150 Por: Roberth Angulo Santos

En el arte de la tauromaquia cada torero llega con su propia cuadrilla, ésta la componen los picadores, banderilleros y el mozo de espada, quienes se convierten en los ayudantes del matador, su objetivo es el golpe de espada rápida o la gran estocada que deberá impactar en los omóplatos del toro hasta llegar al corazón, causándole una muerte rápida y limpia.

En el campo de lo público este dicho popular no ha sido extraño, cualquier jefe de un organismo público, llámese; Ministro, Gobernador, Alcalde o Procurador, llega al cargo con sus fichas principales, aunque en muchos casos debe someterse a trabajar con unos cuadros que heredan de otras administraciones, que al final  terminan reduciéndole espacio de maniobras, para actuar con arbitrariedades.

El Dr. Fernando Carrillo no fue la excepción al trajinado dicho, al iniciar sus labores como Procurador General lo ratificó, declaró insubsistentes a 32 procuradores regionales y realizó otros nombramientos, como el de la reconocida y prestante abogada costeña, Liliana Cardona Chagüi, a quien designó como delegada primera de investigación y juzgamiento penal ante la Honorable Corte Suprema de Justicia (C. S de J).

A escasos 12 días de estar en el ejercicio del cargo, la funcionaria designada por Carrillo, de manera diligente aunque de forma extemporánea, quizás por la misma transición de un Procurador a otro, luego del estudio de rigor en el caso que se adelanta contra el cordobés Jorge Pretelt Chaljub  en la C. S de J, por el presunto delito de concusión, solicitó se decretara la nulidad de todo lo actuado en dicho proceso.

Una vez fue conocida la solicitud de nulidad ante la Corte, comenzaron los cuestionamientos de «el matador» Carrillo, al igual que cualquier torero descontento con su cuadrilla, desaprobó la actuación de su ayudante y le solicitó a la C. S. de J, no tener en cuenta el documento radicado por la cartagenera el día 21 de febrero, al considerar que era un tema que debió haberse discutido y la decisión habría sido tomada de forma autónoma e inconsulta.

Que la Corte decrete la extemporaneidad de la solicitud, por estar por fuera de los términos de ley, es aceptable y ajustado a derecho, por lo que la decisión deberá acatarse o en su defecto recurrirse, seguramente la defensa de Pretelt tendrá sus propios argumentos para que la C.S. de J, acoja las nulidades presentadas, pero que el jefe de la cuadrilla pida retirar los argumentos coherentes, serios, y sólidos de la Dra. Cardona, por motivos políticos, resulta peligroso y decepcionante.

La Procuraduría General de la Nación no puede actuar acatando ordenes de nadie, jamás debe decidir con ánimos revanchistas o por ideologías o concepciones políticas, sus decisiones  obedecerán siempre al contexto de la investigación, por tal solo se someten al imperio de la ley, por lo que es un deber y una obligación  actuar con plena independencia.

Creo plenamente en la cartagenera, una funcionaria que el mismo Jefe del Ministerio Público llevó como parte de su equipo de trabajo, de quien además se dice es su pariente lejana y de su entera confianza, quien actuó basada en las pruebas estudiadas y en el razonamiento lógico que le indicaron las piezas procesales, pero hoy parece que en la capital de la república cuando se investiga a un costeño y en especial cordobés, necesariamente debe producirse una condena, aún cuando las pruebas procesales demuestren lo contrario, y ¡ay! de que alguien se atreva a desacatar esa orden, por qué de inmediato corre el riesgo de ser removida del cargo como posiblemente le pase a la valiente Liliana Cardona Chagüi.

Desacertada la decisión del Procurador, quien con su actuar comienza a generar una profunda desconfianza ciudadana y a la vez ejecuta una estocada perversa contra Jorge Pretelt y a las instituciones; el como jefe del ente investigador, manda un mal mensaje, y me pone a reflexionar sobre el síndrome del torero con su cuadrilla, llegando a la conclusión que no siempre se resuelve de la misma manera; pues UN TORERO DEMÓCRATA sólo necesita un poco de coordinación para trabajar con cualquier cuadrilla que lleve a la arena; pero un TORERO AUTÓCRATA no puede lidiar sino con una cuadrilla donde sus subalternos muestren los mejores perfiles de sumisión, haciéndole un gran daño a la credibilidad de las instituciones.

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