Madre y sus dos hijas recibieron la última bendición en la tierra

Claudia Guerra salió de la iglesia Filadelfia, a la que asistía todos los días de su vida, con una sonrisa en su rostro. Nada le causaba más gozo que asistir a los cultos y encontrar en ese templo la tranquilidad necesaria para continuar con su rutina.

Este último sábado fue dos veces. La primera, fue en las horas de la mañana donde tuvo la oportunidad de recibir los consejos que en forma permanente le daba el pastor Luis Javier Moreno, y la segunda y última fue en las horas de la noche cuando acudió con sus dos pequeñas hijas, Esther y Valeria, de dos y nueve años de edad.

Se despidió como de costumbre con una sonrisa en su rostro. Pasados diez minutos llegó la noticia de lo ocurrido a la iglesia: ella y sus dos hijas habían sido arrolladas por un carro, de placas DAC 928, que se movilizaba a toda velocidad por la vía que de Montería conduce a Cereté.

Era una mujer comprometida

El pastor Luis Javier Moreno califica a Claudia Guerra Sánchez, de 39 años de edad, como una mujer comprometida y de mucha fe.

«Este es un suceso doloroso para todos los miembros de la iglesia. Ella era un miembro activo, era comprometida con la obra y con la labor que se realiza. Salía de un momento de lucha y estaba muy feliz», sostuvo el pastor señalando que tenía siete años de estar asistiendo en forma permanente al culto.

«Era una persona muy alegre, comprometida y admirada y por eso ha dejado al pueblo, a la iglesia y a la familia con un gran vacío, pero hay designios de Dios que no alcanzamos a comprender y nos queda la esperanza, por fe, que en el lugar donde ella se encuentra es un lugar de paz, reposo y tranquilidad», dijo el líder de la iglesia donde hoy no han parado de orar por el eterno descanso de esta humilde familia de El Retiro de los Indios.

 

Profundo vacío

La comunidad en general ha lamentado la muerte de tres miembros de una humilde familia. Cuando a Gabriel Karduz, un rapimoto de la localidad, le avisaron lo que había ocurrido, no daba crédito hasta que lo vio con sus propios ojos.

La comunidad se ha mostrado solidaria con la familia. Desde primeras horas de la mañana acompañan a los familiares al velorio que se realiza en la vivienda. Los dos féretros están en medio de la sala y solo se escuchan los lamentos de una población que insiste en que eso se hubiera podido prevenir.

A esta hora aún no han llevado hasta la casa el féretro de Valeria, la niña de seis años, quien inicialmente fue llevada al hospital Sandiego de Cereté y luego al hospital San Jerónimo de Montería, con el fin de salvarle la vida, pero la gravedad de los golpes fue tal que nada se pudo hacer por lograrlo.

 

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