Por: Héctor A. Enríquez López
Hace mucho tiempo, veinte años o más, el torneo de Fútbol Profesional Colombiano no tenía el ya tradicional sistema de ascenso o descenso, estaban los mismos siempre, manteniendo su presencia sin importar los resultados deportivos y únicamente se luchaba por ser campeón en un sistema similar al que hoy tenemos, con el tradicional “octogonal”, que sencillamente fue cambiando a enfrentamientos directos ida y vuelta, luego a unos cuadrangulares donde el ganador de cada grupo se enfrentaba en la final a dos partidos.
En 1991 se creó el torneo de ascenso, Envigado FC logró clasificar a la máxima categoría del balompié colombiano para estrenarse en la misma en el año 1992, año donde empezarían a salir de dicho torneo equipos tradicionales como Unión Magdalena, Deportivo Pereira, Deportes Quindío, Cúcuta Deportivo, Sporting de Barranquilla (ya desaparecido), América de Cali, entre otros.
La desaparición de estos equipos del máximo rentado de fútbol en Colombia ha dejado tras de sí una serie de eventos que oscurecen el panorama de nuestra liga, han surgido nuevos conjuntos como La Equidad, Fortaleza, Águilas, Universitario de Popayán, Jaguares, Unicosta (ya desaparecido), Uniautónoma de Barranquilla, Centauros (ya desaparecido) y varios más que tristemente están ahí únicamente por ocupar un cupo en un alicaído torneo donde no se premia al más regular de la temporada sino al que tenga un buen remate de campeonato.
Este domingo 20 de noviembre América de Cali, uno de los clubes con mayor hinchada en el país, podía regresar a primera división, esto si ganaba su partido ante Universitario de Popayán y Deportes Quindío no superaba a Real Cartagena; ninguno de los dos hechos ocurrió.
En mi visión del fútbol deben ser protagonistas los equipos que convoquen, esos que muevan pasiones, sentimientos, taquilla, esos que vendan camisetas y afiches, esos que siempre serán noticia, considero que esos equipos que ni siquiera tienen una sede establecida (hablo de una ciudad que se convierta en su casa), no deberían estar jugando un torneo profesional.
Una temporada juegan en un lugar, a los dos años deciden mudarse a otro departamento, pasado un periodo más regresan cerca de su primera “morada”, un futuro incierto en el que se quejan que económicamente no es viable participar y terminan jugando donde sea y como sea, sin importar nada y esto sumado a la paupérrima infraestructura deportiva del municipio que deciden elegir hace que nuestro torneo de ascenso cuente con representantes errantes que nunca solidificarán una hinchada y por ende nunca primará el bien deportivo.
Con mucho respeto a las empresas que han formado clubes deportivos puedo decir que es muy triste presenciar el “clásico joven de Bogotá” entre la equidad y fortaleza (ya descendido) o el “nuevo clásico del oriente antioqueño” entre Envigado y Águilas (hoy en Rionegro, pero ya han pasado por Itagüí y Pereira), donde la presencia de hinchas es muy reducida, cien, doscientos, quinientos, nunca superando los tres mil asistentes, esto no es un clásico, ¿no preferirían acaso vislumbrar un América de Cali contra Cúcuta Deportivo con un “Pascual Guerrero” albergando 35000 espectadores?. Yo la verdad preferiría eso.
Hace falta el “clásico costeño”, el “clásico de oriente”, es necesario para el bien del fútbol contar con equipos tradicionales e históricos en la primera categoría, pues son estos clubes los que le pueden dar nuevamente un protocolo de élite y adeptos a nuestro desvencijado fútbol, si ellos no regresan a la “A”, seguiremos presenciando escenarios vacíos y campeonatos que se definan con los mismos, entre los mismos, ante posiblemente no más de diez mil personas y contando con la presencia de estos “visitantes” a la “A”, los que hoy existen pero mañana pueden llamarse diferente y estar en otra ciudad.
PD: El domingo como buen seguidor del fútbol estaba pendiente del torneo de ascenso, la verdad estaba haciendo fuerza para que América regresara a la Liga Águila, no soy seguidor escarlata pero deseo tener nuevamente un torneo con estadios llenos, con alegría en las tribunas, sin violencia en ellas, siempre con tolerancia y respeto. Mi deseo, que este año se sumen a la máxima categoría América y Pereira.