El desamor y el posconflicto

El desamor y el posconflicto

Por Lunática.

Últimamente todo el mundo está hablando de paz y claro yo no me podía quedar atrás, porque es un tema que nos toca a todos, como el amor.

Me di cuenta que anhelar la paz no tiene problema, que es el paso más sencillo,  así como enamorarse, sale uno corriendo a entregarlo todo, con la esperanza que sea reciproco. La cosa se complica cuando llega el desamor, lo que yo asumo como posconflicto, que es cuando nos damos cuenta cuánto entregamos, cuánto nos va a costar y cuánto nos va a doler.

Lo que va a suceder con el posconflicto que en este caso es  Colombia, lo comparo con uno de esos desamores difíciles de superar, porque hay que hablar de perdón, reconciliación, y lo que más abunda en una desdicha amorosa es el orgullo. El conflicto de intereses porque uno dio más que el otro o porque el otro se va a quedar con la casa por la que trabajamos toda nuestra vida. La envidia porque uno encontró más rápido el amor y el otro se quedó llorando en un rincón mientras eso pasaba. El arrepentimiento por no haber luchado para arreglar las cosas y el horrible reproche a nosotros mismos por hacer o dejar de hacer. Orgullo como el de nuestro ex presidente, que no se resigna a perder y llama a la resistencia civil, los «Ex»,  siempre son así de dramáticos, poniendo las cosas difíciles, buscando culpables, intentando convencernos de que ellos fueron lo mejor que nos pasó en la vida,  y nosotras en la cuerda floja sin saber que decidir, continuar o creerle al «pendejo».

El mismo «pendejo» que una y otra vez nos rompió el corazón y que ahora que queremos mirar hacia adelante, nos llena la cabeza de cucarachas y nos hace pensar que el amor (la paz) es una locura, solo porque no es él quien está ahí decidiendo como lo hacía antes.

Y el protagonista (nuestro próximo «Ex» ) , intentando convencernos de que no podemos volver a ese hueco, que debemos perdonar y seguir adelante, que vale la pena enamorarse de nuevo y asumir todas las consecuencias. Porque el amor es un riesgo enorme, un acto de fe y un “Vamos a ver qué pasa”.  Nos toca comernos el cuento de que las intenciones de este nuevo pretendiente son sinceras y que no se vaya y nos deje con el alma en pedacitos, pensando que el amor más que una bendición es una desgracia.

Lo admito, a veces no lo veo tan fácil, porque así como hay quienes le creen al ex y vuelven con él con la esperanza de que un día cambie y estamos los que “creemos que caramelito repetido no llena la cartilla”. Los primeros aferrados a la guerra y los segundos con la esperanza de poder gritar paz algún día.

Lo que pasa es que a Colombia le han roto el corazón antes, un ex de bigotes apellido Pastrana que nos quitó media casa para entregársela a la moza, que al final terminó dándole la espalda y uno recogiéndolo con el rabo entre las patas porque así somos y el corazón no nos dio para botarlo por haberse equivocado y por habernos roto el corazón. Nos hemos vuelto incrédulos, inseguros y temerosos. Claro, volver a creer en el amor después de eso está difícil pero no imposible.

Hemos sufrido bastante con los secuestros, extorsiones, la siembra ilegal, los atentados, con la guerra, pero si lo comparamos con el desamor, que es lo que estoy tratando de hacer, todos esos problemas mencionados antes, son posibles de superar; como los cachos, el hijo por fuera, la moza que no resigna, el patán que golpea, si comparamos el desamor y el postconflicto se nos hace más fácil entender que después de momentos duros siempre hay una recompensa positiva, que nos cuesta trabajo aceptar y que nos cuesta lágrimas y dolor pero que al final nos ayuda a entender que era necesario pasar por esas situaciones para no querer repetirlas en el futuro.

En el posconflicto como en el desamor hay muchos escenarios que tenemos que superar para perdonar a quienes nos hicieron daño durante mucho tiempo y no nos permitían seguir adelante.

Aplaudo la iniciativa de la paz, la celebro, digo si y me entrego por completo, como en el amor, ignorando que antes ya me rompieron el corazón, porque creo firmemente que todo aquello que nos hace libres y nos hace amar con locura, vale la pena.

Desamores hemos tenido todos, la mecánica consiste en superarlo a toda costa, en el posconflicto será igual de tormentoso pero posible si dejamos el orgullo y abrimos el corazón para perdonar.

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