El condenado debería pagar por daños y perjuicios

El condenado debería pagar por daños y perjuicios

Lina María Sande, Lúnatica

Por: Lunática

Ya pasó un mes desde que descubrí que el tipo era una farsa, sí porque no sólo tenía novia, sino que cuando le arme el escándalo pidiéndole explicaciones el muy descarado simplemente me bloqueó. Entonces obvio, yo también lo bloquee, borre su número (Y si funcionó porque todavía no me lo sabía). Y hasta el día de hoy todavía estoy esperando una disculpa. Confirme que el man, además de ser un mentiroso es un descarado.

Lo que realmente lamento, es haber perdido mi tiempo con él, porque obvio está clarísimo que él no perdió nada conmigo.

Si pudiera y eso si el último tornillo que me sujeta esta cabeza loca se cayera, ya hubiera ido a romperle los vidrios del apartamento y a rayarle el carro con una llave. Porque eso les duele más a los estúpidos que reclamarle por haber sido un patán.

Y si pudiera, y no es que no pueda sino que no voy a terminar de perder la dignidad que me queda, le cobraría las carreras de taxi, los regalos, las trasnochadas todas las veces que entraba en crisis y me tocaba acompañarlo, un psicólogo para entender como todavía existen manes así y hasta le pasaría facturas para que me devolviera lo que me he gastado en bares y restaurantes para mantenerme ocupada y superarlo. En ese orden, hasta le devolvería todas las bobadas que me dio sólo para no tenerlas en mi cuarto haciendo estorbo.

Como por ejemplo las cartas, porque el man se las tiraba de romántico y me escribió dos cartas. Una en una servilleta (que cliché) y otra en unas hojas arrancadas de algún cuaderno con la letra medio borrosa porque el pendejo les echo perfume y se corrió la tinta.

Perdón, la pendeja fui yo por comerme el cuento de que esas cartas eran ciertas. No pues, Romeo y Julieta.

Entonces ahora que estoy jodida, me pongo a pensar que de alguna manera ganó y debería darle un premio porque no me di cuenta en que momento el condenado me la hizo. Y hasta pesar me da con la novia porque también resultó engañada y ni cuenta se habrá dado.

Debería enviarle un oficio y convocarla a una reunión para contarle los hechos y tomar cartas en el asunto pero no las cartas que me dio porque esas las rompí el mismo día que me enteré que me había jugado doble.

Y como se que no puedo demandarlo por daños y perjuicios, al menos escribo para desahogarme y entrar en ese grupo de las mujeres que odiamos a los patanes.

Lo importante es que existe el Karma y estoy segura de que el condenado algún día sabrá en carne propia como se siente o al menos eso espero.

La lección de este desacierto amoroso algo cómico, es que no podemos permitir que manes así lleguen a nuestras vidas, que debemos ser mas selectivas y no abrirle las puertas a cualquier patán solo porque nos trata bonito. Pero lo mas importante, no debemos perder la Fe en el amor solo porque a un pendejo no se le dio la gana de valorarnos.

R.I.P al condenado.

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