No más Nin en arborización urbana

No más Nin en arborización urbana

Por: Serafín Velásquez Acosta

“No hay árboles malos para arborizar a las ciudades, sino  árboles sembrados en donde no deberían estar”. Esta frase que fue acuñada por el botánico Enrique Pérez Arbeláez, en los años 70, cobra importancia en la actualidad por el desorden y la siembra indiscriminada que se viene dando en los pueblos y ciudades de la Costa Atlántica de la especie Azadiranchta indica, conocido como  Nin, originario de la India e introducida por el  por el ICA hace unos 30 años con el fin de producir con sus  semillas un  insecticida natural  que controla una diversidad de plagas  de cultivos incluyendo las  domésticas.

Sin  ánimo de polemizar con los planificadores y paisajistas responsables de la ordenación y plantado de árboles en los espacios verdes urbanos  y de manera constructiva, quiero llamar la atención sobre los impactos negativos que esta especie puede producir en las áreas urbanas y en especial de las ciudades de Montería, Sincelejo y Cartagena en las que pareciera,  no haber  más especies que sembrar distintas al Nin.

El Nin,  es un  árbol corpulento de hasta 25 m de altura, de crecimiento rápido, de follaje perenne ideal para soportar altas temperaturas y sequías, su  tallo llega a engrosar hasta 1.2 m de diámetro a los 8  o  10 años de edad y sus raíces en la medida que engruesa el tallo, van sobresaliendo del nivel del suelo. Por esta particularidad no es  recomendable su siembra en los emplazamientos donde no disponga de suficiente área para su desarrollo, tales como separadores angostos de avenidas, sardineles y aceras adoquinadas o pavimentadas  donde escasamente  le dejan para su  desarrollo 50 cm de diámetro. Para colmo lo siembran a distancias de dos m, y sin tener en cuenta las redes de servicios públicos y el paramento de las viviendas y edificaciones. Además, por su particular condición fisiológica de repeler la fauna insectil, principal  alimento de los pájaros, no es ideal para conformar estructuras ecológicas de soportes en los centros urbanos.

Árbol de Nin, de 4 años de edad, obsérvese sus raíces cómo sobresalen del suelo.

 

Una cobertura vegetal adecuadamente concebida para una ciudad, debe conciliar criterios de manejo técnico, morfológico, ambiental y urbano; por tal razón, dada la complejidad de los ecosistemas urbanos, y para evitar fracasos y perdidas económicas en dichos programas,  es recomendable conformar un equipo en donde el Paisajista, el Ecólogo, el Agrónomo especializado y el Planificador urbano  se integren para conseguir un entendimiento y desarrollo más científico y práctico del paisaje urbano, donde la naturaleza sea base y principio y el bienestar del hombre, el objetivo final.

Igualmente es necesario, para lograr éxitos en esta materia, involucrar a la ciudadanía en general, mediante programas de educación ambiental para que no comenta errores al sembrar especies arbóreas sin conocimiento de sus orígenes, características morfológica y sin tener en cuenta los factores que los rodean: redes aéreas y subterráneas de servicio, la anchura de la acera, separadores de avenidas y del ante-jardín, facilidades de riego, clases de suelo, espacio deseable para su zona de plateo, los vientos predominantes y la visibilidad de los automovilistas en vías y avenidas y si son alergógenos, entre otras consideraciones. Los Alcaldes y las autoridades ambientales tienen  la palabra.