«No eres tu, soy yo»

«No eres tu, soy yo»

Últimamente mis amigas han asumido que tengo alguna especialidad en corazones rotos o algo por el estilo, porque solo me llaman para contarme sus desdichas, lo cual no me molesta porque me dan material para contarles a ustedes, mis queridos lectores, que el amor es un asunto complejo.

María me llamó el otro día porque necesitaba desahogarse urgentemente y obvio corrí a su rescate. En medio de un café me contó que el man que le rompió el corazón le había enviado un mensaje que decía textualmente: «Ojalá uno pudiera escoger de quién enamorarse. Perdón por hacerte daño».

Les juro que al principio no lo comprendía, se me hacía imposible entender que en la faz de la tierra hubiera un man tan estúpido como ese.

¿Qué carajos hizo con ella tanto tiempo si no estaba enamorado? Me pregunté con ganas de matarlo.

Manes así de insensatos no deberían tener la posibilidad de enamorarse nunca, porque juegan sin piedad con los sentimientos de quienes sí los quieren y obviamente terminan haciéndoles daño. La verdad es que tampoco entiendo cómo ella no se dio cuenta, porque uno sabe cuándo los sentimientos no son recíprocos así se finjan que lo son. Pero claro, luego recordé que el amor nos vuelve unas pendejas y entendí que, aunque ella lo hubiera notado, no iba a renunciar a lo que la hacía sonreír por las mañanas.

Con su historia me di cuenta de que de un tiempo para acá ese cuento de «No eres tú, soy yo» se ha hecho más frecuente, que le tenemos tanto miedo a estar solos que nos hemos vuelto vulnerables y aceptamos cualquier amor para sentirnos valorados. Yo sé que la soledad frustra y es muy mala consejera, nos entrega a los brazos de cualquiera y no lo notamos hasta que hemos hecho y nos han hecho daño.

A él hasta le doy un voto a favor por pedir perdón, pero uno apenas porque la que quedó sufriendo fue mi querida María. Lo entiendo porque también he roto corazones intentando amar a la fuerza y sé que a veces simplemente sentimos aprecio, agradecimiento y nada más, pero he pagado por eso.

El Karma existe para él y pagará por ese corazón roto. ¿Y adivinen a quien le toca limpiar las lágrimas que dejó el condenado?

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