La dignidad en la portería, “yo soy…”

La dignidad en la portería, “yo soy…”

Por: Héctor A. Enríquez López

Twitter: @HectorEnriquezL

Pocos entienden la realidad del fútbol, pocos entienden que un deporte donde combaten once contra once y el elemento central es un objeto esférico que se desplaza libremente dentro de un rectángulo genere expectativas, emociones, alegría, tristeza, frustración o enorme satisfacción, pocos entienden…

En el año 1989 en mi vida sucedían situaciones las cuales, para algunos simplemente eran anécdotas de infancia. Mi madre, una persona en ese entonces de 35 años, guardaba en su cuerpo una enorme ternura pero también un férreo carácter que hacía que en ocasiones mi hermana y yo nos sintiéramos intimidados; ella detestaba las rodillas de mis pantalones, especialmente de los nuevos, esto porque dos o tres días después de haberlos estrenado generalmente llegaban a la casa con un enorme roto.

No era la moda de la época, por el contrario socialmente se veía muy mal un pantalón en este estado, pero en mi caso era simplemente la consecuencia de querer personificar a Higuita, Goycoechea, Taffarel, Preu’d Homme, Dasaev o Peter Shilton, esto era común en los juegos infantiles centrados en una esfera que rodaba en una cancha imaginaria donde en ocasiones ni siquiera existían límites. Siempre me gustó la ingrata posición de arquero y en adelante siempre admiré a los futbolistas que ocupan acertadamente dicho puesto. Esto llevaba a destrozar las rodillas de las prendas de ropa que utilizaba, las cuales después terminarían con un parche adhesivo encima para disimular lo que generaba la práctica de dichos juegos.

Durante décadas enteras los niños cuando juegan fútbol creen que por unos minutos los posee el espíritu de un grande en este deporte y gritan orgullosamente que son un jugador, lo que los llena de orgullo y probablemente de capacidades increíbles, aunque sea por un instante.

El sábado 3 de junio como todos lo sabemos fue la final de la UEFA Champions League, tal vez el partido más importante del año en Europa. Se reunieron un cúmulo de jugadores de diferentes nacionalidades, quienes representan a sus países de origen en este certamen orbital. En un extremo del rectángulo verde se ubicó un jugador, nacido en Carrara (Italia), hoy considerado una leyenda viva llamado Gianluigi Buffon. A 110 metros aproximadamente se plantó otro jugador, nacido en San Isidro de El General (Costa Rica), considerado uno de los porteros con mayor capacidad de reacción en el mundo pero resistido por un sector de su propia hinchada, un portero llamado Keylor Navas.

El italiano nació en el año 1978, el costarricence en 1986, una diferencia de ocho años no los hace distintos en sueños. Sin importar el dinero o los logros obtenidos a la fecha los dos soñaban con levantar “la orejona” después de 90 minutos. Sin importar el resultado del encuentro de antemano se sabía que uno de los dos sería inmensamente feliz, el otro guardaría una amarga tristeza. Posterior al juego en algún rincón del escenario deportivo estaría una persona en total soledad, reflexivo y con la mirada hacia el suelo, deseando regresar el tiempo 95 minutos para tener nuevamente la oportunidad de iniciar el encuentro y no sentir la amargura que produce la derrota y la soledad que produce la portería vacía.

Seguramente el portero derrotado en el gramado tendrá su revancha, tal vez en un año o dos esté levantando un nuevo trofeo, tal vez logre un importante premio, tal vez por allá en 1986 en Carrara (Italia) un niño con las rodillas de su pantalón desgarradas gritaba “YO SOY DINO ZOFF”. Tal vez en San Isidro de El General (Costa Rica) por allá en 1994 un niño con las rodillas de su pantalón desgarradas gritaba “YO SOY GABELO CONEJO”, a ellos dos, quienes disputaron la final mencionada el sábado seguramente el mayor premio que tendrán es cuando de manera desprevenida pasen por una cancha pública, o simplemente un parque y escuchen a un niño que grita “YO SOY GIGI BUFFON” o “YO SOY KEYLOR NAVAS” y se den cuenta que la soledad de la portería, que las críticas de prensa o las increíbles atajadas que han protagonizado a lo largo de sus carreras deportivas tienen la capacidad de causar admiración y cambiar sueños entre niños que tal vez jueguen siempre con las rodillas de su pantalón en mal estado emulando a sus ídolos.

PD: Dedico este espacio a estos dos enormes porteros quienes con su comportamiento dentro y fuera de la cancha han dado una muestra de lo que es ser un caballero del arco, logran ilusiones en los menores y promueven la paz en el deporte. Dejo adjunto un video que muestra que el fútbol es más que un juego. #NoMásViolenciaEnElFútbol.

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