La corrupción estratificada entre impolutos y provincianos

La corrupción estratificada entre impolutos y provincianos

roberth-angulo-e1471881931936-150x150Por: Roberth Angulo 

La corrupción es un tema muy complejo, y a la vez un fenómeno social, económico y político que pervierte a todos los países e instituciones democráticas, el escándalo de Odebrecht es una muestra más que este fenómeno no solo opera en los gobiernos de provincia, sino que está enquistado en las más altas esferas de los Gobiernos, la orden de captura contra el expresidente Toledo del Perú, la investigación de 8 expresidentes del continente, la captura de congresistas, exministros y demás, lo ratifican.

En Colombia desde el centralismo capitalino estigmatizan a las regiones, tildan a los políticos provincianos de «Mafias Tenebrosas» sin que exista en muchos casos si quiera una indagación preliminar, ni mucho menos sentencia condenatoria por corrupción, bajo ese rótulo, toman decisiones arbitrarias, legislan, y terminan privando de sus recursos a los departamentos y municipios, disque buscando la solución a este problema de vieja data, pero resulta peor el remedio que la enfermedad, el manejo de la salud, la educación, vivienda de las regiones queda en manos de los «impolutos centralistas» qué está demostrado ser igual o peores que los provincianos que tanto detestan, eso sí, con una estratificación más alta.

Pero estamos en un País de doble moral, y los políticos que hoy les causan repugnancia, son los mismos que terminan beneficiándolos con caudales electorales en épocas de elecciones, allí los «impolutos» sin ninguna clase de restricción, posan en fotografías con esa misma clase «mafiosa» que ellos tanto desprecian.

La justicia en los últimos años ha sido vehemente para los casos de corrupción que ocurren en la provincia, pero muy frágil y endeble con lo que pasa en el alto Gobierno, hoy por el caso de Odebrecht a pesar de los señalamientos que se han hecho contra los poderoso de este país, no existe siquiera una indagación preliminar contra estos personajes, en cambio los provincianos están capturados y cuando estos empiezan a hablar los tildan de paramilitares para restarles credibilidad a su testimonio, esto demuestra que en Colombia la justicia no es igual para todos. Hay una justicia de primera, de segunda y de tercera categoría. Hay una justicia de élite y otra para aquellos que carecen de todo.

Mientras continuemos con esa distinción en la ‘justicia’, jamás erradicaremos este flagelo, o por lo menos lo llevaremos a sus justas proporciones, por eso quiero cerrar estas líneas con una reflexión del juez Baltazar Garzón, cuando le preguntaron por la justicia chilena, y dio una respuesta que hoy textualmente aplica a la nuestra: «Necesitamos una justicia social verdadera y una acción judicial realmente independiente, imparcial y realmente protectora de los derechos de aquellos que más lo necesitan y no que se nos pongan esas garantías tan absolutas cuando los que se enfrentan a la justicia son los poderosos».

Se imaginan si en la fotografía con los empresarios de Odebrecht, no estuviesen el presidente Santos ni el vicepresidente Vargas Lleras, pero en su lugar aparecieran:  Ñoño, Mussa, Nohora, Martín, Barguil, Arleth, Fabio, y Sara; estoy completamente seguro que ya se habría expedido la orden de captura.

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