El periodista, ¿nace o se hace?

El periodista, ¿nace o se hace?

Por Jorge Agudelo Jiménez.

Jorge Agudelo

El pasado 9 de febrero se celebró el Día del Periodista, día en el que todas las instituciones educativas, entidades del Gobierno y agremiaciones se reúnen para discernir, festejar o recordar las responsabilidades y hechos del “oficio más hermoso del mundo”.

Colegas de medios locales decidieron hacer una consulta sobre la pregunta que titula esta columna y no dudé en encontrar la respuesta con la cual me siento familiarizado. El periodista se hace, a secas, sin una arista.

Es más, ninguna profesión es inherente a la condición humana o está diseñada genéticamente, a lo largo de la historia de cada persona deberán existir detonantes que orienten psicológicamente a las personas para desarrollar ciertas habilidades. Igual funciona con el periodismo, de allí el término “oficio”.

Semestralmente se reciben decenas de estudiantes en la carrera de Comunicación Social (con el apellido periodismo o sin él), con argumentos como que  tiene “pocas” matemáticas; otros lo hacen por satisfacer su deseo personal como ser presentador; y existen alumnos que sienten la motivación de ayudar a los demás o visibilizar su círculo social. Como leen, todas son intenciones que otras carreras puede cumplir, no exclusivamente la Comunicación Social, sin embargo sí existe una condición, entre muchas, que el oficio le permitirá a esos estudiantes y es “masificar ideas para el cambio”.

Muchos periodistas internacionales afirman que los periodistas cumplen la función social de: “ser la voz de los que no tienen voz”, “servir de veedor”, “ser el cuarto poder de la sociedad”, “contar las historias que son políticamente incorrectas”, “transmitir las verdades sociales”, “integrar las masas”, entre muchas otras. Todas las anteriores se cumplen masificando ideas, utilizando la información, conociendo las audiencias y contando con herramientas para difundirlas.

Esa vocación de masificar ideas para el cambio es lo que se aprende en la academia. En la  reportería, en el laboratorio, en las salas de redacción, en la calle, en la oficina, en las ruedas de prensa, en las videollamadas, en los archivos, y todo espacio donde el periodista realiza su labor.

Otra vocación que es responsabilidad de la académica, de la buena academia, es la ética, porque como se estarán preguntando ustedes, la masificación de ideas se utiliza tanto para la sociedad, como para los grupos económicos, intereses personales o chantajes. La Universidad y los programas de Comunicación Social deben propender por formar comunicadores del mañana; “buenas personas” desde la ética, parafraseando a Kapuscinski. Esta es la formación que hace al periodista.

El pasado 9 de febrero más que una celebración es un homenaje a todos los profesionales que se graduaron de periodistas desde la labor vigilante, denunciante, alterna, independiente, con la verdad del lado de las víctimas, de las sociedades y los afectados. Es una celebración a la formación.

Deja una respuesta