La bonanza, una piedra que mató a playa blanca

La bonanza, una piedra que mató a playa blanca

Por Roberth Angúlo.

No hay duda que la mejor forma de proteger una playa es no poner absolutamente nada. Si las playas se conforman de arena en movimiento natural que mantienen un sistema de playas en equilibrio moviendo la arena de una a otra, es evidente que cualquier obra que altere este movimiento natural y retenga la arena favorecerá a una en específico con la lógica reacción natural de que, otro segmento de playa, aquel al que la arena retenida debería llegar se verá afectado.

Sin embargo la erosión costera a llevado a buscar alternativas para mitigarlas, una de las intervenciones humanas mas frecuente, son los espolones, pero resultan varios interrogantes ¿,realmente se necesita? ¿No es una mejor opción intentar identificar las causas origen del problema y de estas eliminar las que sean posibles para dar una oportunidad a recuperar el movimiento de arena y evitar más obras? Si se concluye que se deben poner, ¿Dónde?, ¿De qué longitud?, ¿De qué altura?, ¿Qué tanto se separan entre ellos?.

No somos los llamados a resolver estas preguntas, en Holanda, Yucatán, la Florida, tenemos experiencias exitosas, que de seguro serían de gran ayuda para resolver estos interrogantes, no podemos seguir improvisando contra los embates de la naturaleza, para intervenir el mar por un problema de erosión, tenemos que ser serios y juiciosos.

En el año 2.000 la bonanza de las regalías en el Municipio de San Antero estaba en pleno furor, tanta era la plata que llegaban a las arcas del Municipio, que había que gastarla a como diera lugar, así fuese arrojando piedras al mar, el concepto era que de alguna forma había que sacar la tajada de los recursos de regalías, entonces a algunos “ilustres personajes” se les ocurrió la “brillante” idea de construir 24 “espolones” en playa blanca, supuestamente para disminuir el proceso erosivo existente, pero resultó peor el remedio que la enfermedad.

Nunca existieron estudios serios de expertos en erosión costera, para definir si era la construcción de espolones la intervención que requería estas hermosas playas de arena blanca o si era otra de las alternativas definidas por la ciencia como la de arrecifes por ejemplo, la que debía aplicarse.

El desespero por gastarse la plata y sacar dividendos de las regalías, los llevo a construir estos famosos “espolones” que no fueron más que el arrojo de piedras y sucio al mar, además de un proyecto de restitución y estabilización de playa Blanca, que tuvieron un costo total para la época de $ 1.942.776.139 (mil novecientos cuarenta y dos millones, setecientos setenta y seis mil, ciento treinta y nueve pesos), los cuales alcanzaban perfectamente para construir la vía alterna detrás de las cabañas y contratar un estudio serio en temas de sedimentos costeros, oleaje y dinámica de la corriente.

El negocio de lanzar piedras al mar, solo le sirvió y favoreció al Alcalde, a los contratistas y a los dueños de las canteras, pues los sananteranos solo recibieron migajas, por el trabajo del cargue de las rocas que eran lanzadas a la playa, la erosión no disminuyó, la mala construcción de los “espolones” solo la acentuó, las playas de arena blanca y suaves las convirtieron en arenas pardas y ásperas, al final terminaron produciendo un efecto contrario, ahora la erosión carcome con más fuerza lo poco que queda de nuestras playas.

Hoy 17 años después de semejante barbarie, seguimos viviendo de espaldas al mar, mientras eso pasa cientos de familias son las damnificadas años tras años con los fenómenos naturales como el mar de leva. Miles y miles de recursos de regalías han sido derrochados por falta de planificación y en muchos casos por físicos intereses personales, basta ya de seguir jugando con las riquezas de nuestro pueblo.

Es hora que la Administración Municipal o las venideras, contrate un estudio serio con universidades como la de Cartagena, además se pida apoyo a la Agencia de Cooperación Presidencial, para que las universidades del Sur de la Florida (Estados Unidos) y de Delft (Holanda) las mejores del mundo en estos temas, brinden los asesoramientos respectivos en dichas investigaciones de manera gratuita, para que se le pueda poner fin o por lo menos se mitiguen los impactos que a diario se generan en nuestro balneario.

No podemos seguir siendo un convidado de piedra ante esta problemática de Playa blanca, este es nuestro verdadero patrimonio natural, no permitamos que desaparezca.

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