«Con lo que las monjas no pudieron»

«Con lo que las monjas no pudieron»

Mis amigas y yo somos “diferentes” (eso dirán todos los grupos de amigas) pero no porque andemos por ahí queriendo ser raras o llamando la atención. A lo que me refiero con “diferentes”, es que cada quien  en este caso tiene algo propio, que  hace única, auténtica y totalmente distinta a la otra, aun así, la amistad permanece, sin juzgar, sin presiones y sin compromisos. Y esa relación bonita que tengo con mis amigas no tembló cuando cada una escogió su carrera, decidió cambiarse de ciudad o eligió ser hetero u homosexual.

Uno en la vida necesita personas así, que no sean una copia, sino genuinos en todo, desde su forma de vestir hasta su forma de pensar. En este tipo de relaciones, como la amistad, uno aprende a respetar la diferencia, a ser tolerantes y a querer pese a todos los perjuicios.

Toco el tema porque me han dicho mucho eso de “tus amigas están locas, tú estás loca” y pienso: estamos tan acostumbrados a “lo mismo” que ver a alguien utilizar su libertad y libre expresión como le place simplemente nos hace pensar que está “loco”. Hemos hecho todo un tabú a mostrarnos como somos.

Seamos sinceros, sé que muchos y me incluyo, hemos dejado de hacer cosas que queremos por miedo “al qué dirán” que más que una frase parece un fantasma, porque nos asusta y nos hace ver como unos cobardes por no disfrutar de nuestro libre albedrío como queremos. Y más en una ciudad donde cualquier cosa «diferente» es tildada de ridícula.

Por eso disfruto de mi amistad con personas que no temen decir lo que piensan y que aprendieron a elegir por si solas, sin importar lo que puedan pensar los demás. Aunque no siempre ha sido así, todas, sin excepción fuimos criadas por padres conservadores, en una sociedad donde prima el “el que mucho se equivoca, compite con desventaja”  y hasta estudiamos en un colegio de monjas, lo que para muchos significaría que somos unas santas, por tanto rezo y agua bendita que nos echaron encima para “ir por el camino del bien” y no es que nos hayamos descarriado, ni los valores que tajantemente esas monjas se esforzaron por enseñarnos se nos hayan olvidado, sino que pese a todas esas normas con las que fuimos encaminadas desde pequeñas, nosotras decidimos que hacer con nuestras vidas, cómo lograrlo y lo más importante la personalidad para hacerlo.

Y la personalidad, mis queridos lectores, es quizá una de las tareas más difíciles que tenemos en la vida porque en muchos casos, vamos copiando a los que nos rodean sin darnos cuenta y terminamos siendo una copia barata de muchas personas y la gente se da cuenta de eso.

Mis amigas y yo entendimos después de mucho tiempo (porque no fue de un día para otro) que eso de no juzgar era lo más sano para la amistad, que a nuestra edad habíamos aprendido las dos cosas probablemente más importantes en la vida de una joven-adulta, como; pedir perdón y usar condón. Entonces no solo aceptamos que cada una tenía una personalidad distinta, sino que también aprendimos a aceptarla y quererla así.

Mal hiciera yo, si me enojara con una de ellas por su libertad sexual, sí, porque ella solita un día dejó a un lado aquel perjuicio de que “el hombre propone y la mujer dispone” y así de simple paso a ser la que propone, donde, cuando y con quien. Eso no la hace mejor o peor que nadie, por el contrario, la admiro por no andar de “Mojigata” como muchos y además porque es consciente y responsable de lo que hace o deja de hacer con su vagina. Así que en vez de criticarla por eso, mejor le regalo condones y eso me hace mejor amiga antes  que insinuarle que es una «perra» (como le llaman a uno cuando decide con quien se acuesta por gusto)

O si le dijera a otra que dejara la pureza y perdiera la virginidad con cualquiera por curiosidad y no por amor, aun cuando a ella no le importe por cuál de las dos razones sea. Porque al fin y al cabo es suya y puede hacer lo que quiera con ella (ojalá fuera venderla y llevar a sus amigas de paseo).

Y peor aún, si me hubiera alejado de alguna porque decidió se lesbiana, bisexual o lo que quiera que allá querido ser, sólo por el hecho de que soy mujer y «De pronto se enamora de mi».

Si ellas me aceptan con mi personalidad imprudente, comentarios pesados y el drama que monto cada vez que meto la pata. Por qué no voy a aceptarlas a ellas por lo que son. Una con el papel de ser la mama de todas, la que no toma por andar cuidando a las borrachas de sus hijas, cuando deciden emborracharse por gusto (que quede claro eso), la otra que nos deja tiradas siempre por preferir al novio o al amante (pero así es el amor) y otras más puras, entregadas a sus relaciones, sus carreras, su trabajo…etc.

Hace mucho dejé de coger rabia con ellas porque no me hicieron caso cuando les dije “Te lo dije” porque ni yo les hice caso cuando ellas me lo dijeron a mí. Porque nosotras vamos ahí haciendo lo que queremos, aplaudiendo nuestras hazañas, disfrutando en cuerpo y alma de nuestra juventud, esa edad temprana en la que nos conocemos a nosotros mismos, cobijados por la inocencia de experimentar, equivocarnos y sacar algo bueno de eso. Peleando todos los días con el mundo para que nos deje ser y peleando por otros para que sean ellos también.

Con amistades así uno aprende a ser la mejor versión de uno mismo, a no dejarse de nadie, a no esconderse y fingir quien no es para ser aceptado. Porque si uno encuentra personas así en la vida, tiene que valorarlo. Hay que elegir a quienes que queremos que nos rodeen, elijamos a esas que nos quieren y aceptan como somos.

Déjame en los comentarios que te pareció el articulo, qué te hace auténtica y qué has aprendido en tu grupo de amigas. También puedes proponer algún tema del que te gustaría que Lunática escriba.

2 comentarios sobre ««Con lo que las monjas no pudieron»»

  1. «…a nuestra edad habíamos aprendido las dos cosas probablemente más importantes en la vida de una joven-adulta, como; pedir perdón y usar condón…»

    Me encantó la frase, jajaja completamente de acuerdo

  2. Excelente y totalmente de acuerdo… Solo una aclaración, he tenido claro que las monjas en lo que más se esmeran es en sacar a la sociedad » buenos seres humanos» lo demás es capacidad propia de la genética y el entorno familiar, muy respetable de cada una…

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